CORONAVIRUS, CONCIENCIA Y SOLIDARIDAD.

POR ING. HUGO RENÉ BEASCOCHEA, PRESIDENTE DE OSJERA

El planeta enfrenta la mayor crisis sanitaria de, al menos, los últimos 100 años.

Un virus microscópico pero muy contagioso viene a socavar los cimientos de los sistemas de salud de todo el mundo. En tiempos del culto a la tecnología y de los desafíos intelectuales más variados, un simple virus, al pasar de los animales a los humanos, ha dejado sin respuestas a científicos y tecnocratas.

Podemos asegurar que esta pandemia viene a plantear numerosos interrogantes.

El primero tiene que ver con nuestra forma de vida, causante de la destrucción del medio ambiente y la crisis climática, de evidente relación con la aparición de este y otros virus que mutan y evolucionan rápidamente. Dice David Quammen en su obra "Infecciones animales y la próxima pandemia humana" escrito en 2012: "un bosque tropical, con su gran diversidad de criaturas y microbios, es como un granero viejo: lo derriba una excavadora y los virus se elevarán en el aire como el polvo". Existen muchas advertencias de este tipo que han sido desoidas porque pareciera que los recursos económicos para la respuesta a una pandemia sólo aparecen después de que ha comenzado el brote.

El sistema económico basado en el consumo (el "tener") se ha desmoronado como un frágil castillo de naipes aún en las economías supuestamente más robustas.

El otro cuestionamiento indispensable que debemos hacer es referido al papel del Estado como rector de la salud de la población. Vimos las diferentes respuestas que los países han ensayado y las consecuencias de las mismas.

En este sentido es valioso recordar que, en nuestra patria, hace tan sólo 7 meses no teníamos Ministerio de Salud y se había quitado recursos económicos y humanos a la ciencia y la investigación en tecnología...

Nuestro gobierno adoptó la sabia decisión de decretar el aislamiento social, que aún estamos transcurriendo en diferentes fases. En este tiempo hemos asistido a todo tipo de opiniones al respecto, algunas constructivas, sinceras y otras enmarcadas en la más repudiable mezquindad política. Lo mismo acontece con la conducta de la sociedad: desde los más genuinos gestos de solidaridad, hasta la estigmatización de quienes nos cuidan.

Tendremos que ocuparnos también de que el distanciamiento social no conduzca al distanciamiento emocional, tan negativo para la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

En mi opinión, en nuestro país ha sido fundamental el papel de las organizaciones sociales en la mantención del tejido social. Han hecho un culto de la solidaridad y muchos de sus representantes han sido víctimas del virus en !a trinchera de la primera línea. Creo que ahí tenemos un norte.

El tiempo dirá cuál ha sido el aprendizaje de estos dolorosos momentos.

En OSJERA hemos desarrollado en este tiempo, diferentes herramientas que han sido de muchísima utilidad y lo seguirán siendo una vez que esto pase.

Nuestro espíritu ha sido siempre el que fundamenta el sistema al que pertenecemos: la solidaridad como valor universal que, en nuestro caso, se manifiesta con una cobertura de salud de calidad. Allí radica nuestro mayor éxito, ese que testimonian cada día quienes nos eligen a lo largo y ancho de nuestro querido País.